La Escuela Normal Superior es una institución formadora de valores entendidos desde los siguientes aspectos:
Piedad: Entendida como apertura a Dios que le permite ser sensible a las necesidades del otro con una clara conciencia de su ser para los demás. La piedad es prontitud en el cumplimiento del deber, por amor a Dios. Este don nos da ese gusto por lo que es de Dios. Es una conciencia presente y siempre abierta a la mirada de Dios. Pero la piedad no solo se manifiesta en el trato con Dios sino, en todos los detalles de la vida.
Sencillez: Desde el Carisma de Marie Poussepin lleva a la persona a una vida transparente, descomplicada y auténtica. Vivir con sencillez es más que un acto de virtud. Es también un acto de inteligencia; la sencillez viste a la persona de simpatía y la más agradable a los ojos de los que la rodean. Solo los sencillos son agradables a los ojos de Dios.
Trabajo: El trabajo constituye una dimensión fundamental de la existencia del hombre en la tierra, por la cual el hombre y la mujer se realizan a sí mismos como seres humanos. El trabajo garantiza la dignidad y la libertad del hombre. Lo que ennoblece el trabajo no es su naturaleza, la valoración de los hombres; lo que hace noble el trabajo, es la dignidad con que se hace, la humildad con que se practica y la alegría con que se realiza.
Tolerancia: Es la expresión más clara del respeto, señala la actitud de escucha y aceptación, como un derecho de los demás, el que se puedan sostener ideas, planteamientos diferentes a los propios y que, incluso puedan tener comportamientos distintos. Exige utilizar el diálogo como mecanismo fundamental en la resolución de conflictos. Aprender la tolerancia es desarrollar los principios para vivir en comunidad, es entender que no existen enemigos sino opositores.
Solidaridad: Entendida como la nueva forma de vivir la caridad evangélica en nuestro tiempo; es dar y compartir, es asociarse al dolor del otro desde el corazón y hacer algo que alivie su sufrimiento. Es la actitud que materializa el interés por las personas, es comprender que los seres humanos al vivir en comunidad se necesitan unos a otros para alcanzar una mejor calidad de vida.
Comunión: El valor fundamental que las exigencias del mundo actual reclaman de todo ser humano. A nivel eclesial es hacer de la Iglesia la escuela y el hogar de la comunión. Este valor es clave de las relaciones humanas y a expresión del verdadero dinamismo cristiano se recibe y fundamente en Dios Trinidad. La comunión es vida que se comunica, se recibe y fundamenta en Dios Trinidad.
Responsabilidad: Señala el comportamiento de asumir y cumplir los compromisos que se pactan o acuerdan entre personas, evidenciado en el cuidado de su desarrollo integral y manejo adecuado de los recursos naturales para que como ciudadanos actúen de manera constructiva en la sociedad democrática.
El respeto: Es la actitud en la cual se fundamenta la democracia en el respeto por sí mismo, por los demás, por la naturaleza, basado en los principios de igualdad, la libertad, la libre opinión, Identidad de género en el marco de los derechos y deberes del ciudadano.
La igualdad: Todos los seres humanos son sustancialmente iguales y tienen igualdad ante la vida, la justicia es igual para todos y ésta se basa en la soberanía de la ley a toda acción arbitraria. Un punto de partida para aprender a vivir en comunidad es el reconocimiento de que los hombres no son iguales, de que cada uno posee su propia identidad y que es a partir de ella que se puede pensar en vida social.
Autonomía: En virtud de la autonomía el hombre es de algún modo principio de sus propias acciones; la máxima expresión de la autonomía, es la capacidad de gobierno de sí mismo, es decir, la posesión y uso efectivo de la libertad y el reconocimiento de los demás.
Búsqueda de la paz: La actitud de las personas pacifistas descansa en el respecto que le merecen los demás, el demócrata cree que la discusión y la negociación son los mecanismos de entendimiento y rechaza toda forma de violencia como instrumento de convivencia social o política.